jueves, septiembre 16, 2004

Aspasia

"No sólo era la más hermosa de las mujeres, sino también una mujer de inteligencia y de carácter, encanto y ternura y mucho le deben las mujeres de Atenas."
Sócrates

Después de la "pozoliza" de anoche por supuesto no pude dormir inmediatamente, entonces me encontré un libro que me llamó la atención: "Gloria y Esplendor" de Taylor Caldwell, ya había disfrutado hace mucho tiempo la lectura de "Médico de Cuerpos y Almas" por lo que, me animé a leerlo y que tal, me agarro la "novelita" jejeje más bien "novelota" tien 718 páginas. Nunca me hubiera esperado que al principio describe la "Teoría del Caos".

El maestro de ciencias dijo a Aspasia.
-No existe la verdad, excepto en el caso de un experimento que pueda repetirse una vez tras otra con el mismo resultado, sin errores. Eso es la realidad, y la realidad es todo lo que podemos conocer.
-¿Qué es la realidad? -preguntó Aspasia.
-La realidad -respondío el maestro- es lo que puede demostrarse, lo que puede percibirse a través de los cinco sentidos y, como he dicho, repetirse una y otra vez, y todas, en el mismo experimento. Cualquier otra cosa es metafísica, conjeturas, fábulas y sueños de locos y poetas borrachos.
-Como Homero -dijo Aspasia, con aquella expresión tan molesta que sus maestros hallaban frecuentemente exasperante.
El hombre frunció el ceño. Alzó un puñado de palillos de madera y los ágito ante el rostro de Aspasia mientras las otras alumnas sonreían y se agitaban en los bancos de madera.
-Aquí -dijo- tengo diez tablillas finas. Una decena. Las matematicas se basan en el número diez, sean cuales sean los símbolos que se utilicen. A esto es a lo que podemos llamar realidad.
Lanzó los palitos por el aire y los dejó caer sobre la mesa. Allí quedarón en desorden. Aspasia se inclinó a estudiarlos.
Luego dijo:
-Pero la realidad se basa en la causalidad..., ¿no es cierto? Causa y efecto.
-Cierto.
-¿Y el experimento se repetirá incesantemente en cualquier circunstancia si es válido?
-Cierto.
El hombre se acaricio la barba y miró a Aspasia sin cariño, ya que su belleza no le atraía y sus observaciones le desconcentraban a menudo, con gran diversión de las demás alumnas.
Aspasia alzó las tablillas y sus ojos brillantes miraron enigmáticamente al maestro. Sin dejar de mirarle las soltó sobre la mesa. Cayeron en un montoncito distinto del anterior. Los estudió.
-Causalidad, realidad. El experimento siempre es el mismo y nunca varía. Mira estos palitos. Los dejé caer como tú, Cipo, pero se han distribuido de manera completamente distinta. Te lo demostraré de nuevo. -Volvió a recogerlos en un silencio profundo sólo cortado por el chillido agudo de un pavo-real en el jardín. Las dejó caer. Otra vez se repartieron sobre la mesa en una disposición diferente que Aspasia estudió sorprendida-. Los mismos palitos, el mismo gesto, incluso el modo de cogerlos. Sin embargo, la ordenación es distinta cada vez. Diez palitos, y tal vez diez mil formas diferentes. Luego la realidad debe tener múltiples facetas, y los experimentos no podrán ser nunca lo mismo ni tampoco sus resultados, aunque las condiciones sean idénticas. ¿Podemos concluir entonces que la realidad tiene millones de rostros y que jamás se repite, y que si un experimento puede reproducirse exactamente será sólo la ilusión y no una verdad?
El maestro sintió deseos de abofetearla. Pero de tratando de controlar la rabia dijo:
-Ése es el razonamiento de un idiota y de una mujer. Una vacilación de los dedos, un latido del pulso, un viento ligero, puede destruir la exactitud del experimento. Si fueras capaz de dejar caer las tablillas, a lo largo de toda la eternidad, con la misma precisión y en las mismas condiciones, acabarían ordenándose de manera siempre igual.
-Eso es teoría -dijo Aspasia-. No puede probarse. Y, ¿No has dicho que lo que no puede probarse no es realidad?
Como él no contestara continúo:
-Nada es inalterable. Todas las cosas, todas las circunstancias, cambian, incluso las estrellas a su paso y los vientos en el aire. La realidad por tanto es efímera, y lo que hoy es real es falso mañana o un momento después. ¡Qué pobres somos los mortales! Debemos gobernar nuestra vida con la esperanza de que en ella haya algo inmutable, con el convencimiento de que la causalidad es inevitable y la realidad es un hecho. Pero nada de eso es cierto. Somos barcas impotentes que flotan en las aguas del misterio, sobre olas que jamás se repiten, mientras las mismas estrellas nos traicionan. Nada es fijo o cierto, y ahí reside nuestro problema. Los conceptos que tenemos de la realidad son subjetivos, no objetivos, puesto que la objetividad no existe.
-¿Niegas la objetividad Aspasia?
-Por supuesto. Nuestros intentos de alcanzar la objetividad surgen de nuestra propia subjetividad, y cada hombre tiene la suya propia, y no hay dos parecidas.
-¿No crees en lo absoluto?
Alzó atónita las cejas.
-No existe lo absoluto -su expresión cambió sutilmente- excepto, quizás, en Dios, cuya realidad todavía no se ha demostrado, para satisfacción de nuestros científicos. También Él es subjetivo. Yo considero la objetividad sólo como una confusión de la mente humana, y ésta es una opinión particular, porque, ¿en qué tema pueden estar todos los hombres absolutamente de acuerdo?
-Tu razonamiento es vacío y caótico -gritó el maestro, ahora fuera de sí por la cólera.
Barrió los palitos de la mesa, cayendo todos al suelo. Deseó poder hacer lo mismo con Aspasia.
-Convénceme de mi error -dijo ésta.
Las demas muchachas estaban encantadas, pero Aspasia las miró con gesto de enfado y dijo:
-Es más que posible que mis conclusiones sean tan tontas como las de nuestro maestro o las de cualquier mortal. Ninguno de nosotros posee la verdad absoluta.
-Perturbas y distraes a mis alumnas, que así pierden el tiempo, y además me quitas autoridad -dijo el maestro-. Vete de clase y no vuelvas hasta mañana.
Sintióse más furioso que nunca al ver la repentina sonrisa de placer en el rostro de Aspasia cuando se levantó y salió de la habitación, los cabellos agitándose suavemente sobre sus hombros como una nube dorada, los rasgos encantadores serenos y fríos. Parecía una ninfa que hubiera entrado allí, invisible para todos, enfrascada en sus propios pensamientos y deseos, e ignorante de cuanto la rodeaba.
Continuará...

2 comentarios:

BalamQas dijo...

Massss queremos mas, ande ponga mas q nos gusta mucho. Saludos

Chucho dijo...

JEJEJEJEJEJE, que bueno que te gusto, claro el fin de semana, pondré un fragmento más de esta novela, saludos desde Puebla.