Las aportaciones para esclarecer el funcionamiento del sistema olfativo han merecido el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, que en la presente edición ha recaído en los estadounidenses Richard Axel y Linda B. Buck. El Instituto Karolinska, que otorga el galardón, destacó que los trabajos de Axel y Buck han contribuido a develar el misterio de un sistema sensorial clave en las primeras horas de vida del ser humano. Ambos son los artífices del estudio del olfato desde el punto de vista de la biología molecular, al descubrir las proteínas receptoras de las moléculas odoríferas.
A juicio del jurado, el olfato era un enigma poco estudiado, a diferencia de la vista y el oído, que han acaparado el interés de los investigadores por entenderse que son funciones vitales. Los dos premiados se interesaron por la estructura molecular del olfato y dejaron constancia de la existencia de al menos 1,000 genes involucrados en la actividad de los receptores olfativos. Por añadidura, ambos profesores han hecho el inventario de 10,000 sustancias odoríferas conocidas, las cuales pueden ser reconocidas e interpretadas por el olfato. De la complejidad del sentido del olfato habla el hecho de que los genes implicados en esta función representan el 3% del genoma humano.
Las investigaciones de Axel y Buck, que se remontan a 1991, cuando publicaron el número de genes que participan como receptores del sentido del olfato, son ciertamente pioneras. Por primera vez los científicos ubicaron el lugar donde se encuentran las células olfativas, que ocupan la parte superior del epitelio nasal. De acuerdo con sus descubrimientos, que hace una década supusieron una revolución, cada célula olfativa tiene encomendada la identificación de un número determinado de olores, cuyas señales son remitidas a golpe de impulsos eléctricos al cerebro, donde son «procesadas». Una de las particularidades del sistema olfativo estriba en que cada receptor olfativo, que a la postre es una proteína, está dotado de una cadena de aminoácidos que se halla unida a la membrana celular. Axel y Buck observaron que las neuronas que producen un determinado receptor olfativo no se agrupan, sino que se distribuyen al azar dentro de determinadas regiones del epitelio, que son simétricas en las dos cavidades nasales de los animales. Cuando las ramificaciones neuronales llegan al bulbo olfatorio, se reordenan, de suerte que aquéllos que expresan el mismo receptor convergen en el mismo plano del bulbo. La mayoría de los olores se componen de mezclas de moléculas de sustancias odoríferas. Así las cosas, muchos olores son identificados por combinaciones diferentes, cada una de las cuales es reconocida por el sistema nervioso como un olor específico.
lunes, octubre 04, 2004
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